jueves, 5 de noviembre de 2009

La abadia de los muertos

LA ABADÍA DE LOS MUERTOS- ESPAÑA- 

La iglesia abacial de Santa María la Mayor (Jaén) es uno de los emplazamientos sacros que tiene -en relación con su tamaño- mayor número de cadáveres por metro cuadrado de la Península Ibérica. Pero, además, posee una particularidad añadida que la hace aún más lóbrega: no todos los muertos encontrados en ella estaban enterrados. Muchos han aparecido en aljibes de agua, en el interior de vasijas y en las cavidades de relleno de los pilares y de las paredes.

La iglesia abacial de Santa María la Mayor se encuentra enclavada en la fortaleza de la Mota, en Alcalá la Real (Jaén). Según las crónicas, en 1341 el rey Alfonso XI ordenó erigir un templo de estilo gótico sobre los restos de la mezquita mayor que allí se emplazaba. Esta misteriosa iglesia mantuvo su función religiosa hasta 1530. En ese año comenzó la construcción de la iglesia mayor abacial, que se prolongó casi un siglo, hasta 1627. En su estructura se mezclan motivos árabes, platerescos y renacentistas. Sin embargo, lo que llama la atención del visitante son los elementos siniestros que se han encontrado en ella. Y es que entre los muros de este templo han aparecido tal cantidad de cadáveres y restos humanos que exceden lo que habitualmente cabría esperar en un lugar de estas características. Pero eso no es todo... Muchos de estos restos han sido localizados en lugares totalmente inesperados y en posiciones grotescas y forzadas. Los hallazgos son tan macabros que han provocado que muchos empiecen a denominar a este lugar "la abadía de la muerte".
Cuando en la década de 1980 comenzaron los trabajos de restauración del recinto de La Mota nadie sospechaba que la abadía fuera a deparar tantas sorpresas. Esta iglesia tuvo que soportar un sinfín de desastres, tales como un incendio -provocado por los franceses durante la Guerra de la Independencia- y un terremoto en 1874. Además, durante los últimos años del siglo XIX parte de su estructura fue utilizada como cementerio municipal. Con semejantes antecedentes no es difícil imaginar el estado en el que se encontraba la abadía cuando se inició su restauración. Pero lo que nadie podía imaginar es que tras ese panorama desolador se escondía un secreto tan terrorífico.